El trastorno límite de personalidad es, quizá, uno de los más conocidos y que suele entrañar gran gravedad. Puede compartir semejanzas con otros tipos de trastornos de personalidad, por lo que vamos a señalar cuáles serían sus síntomas principales, que giran en torno a la inestabilidad y la impulsividad.
La inestabilidad afecta a diferentes aspectos de la vida de la persona:
- Su propia identidad o autoestima: aunque hay cambios en la percepción de su imagen, existe una tendencia general a verse a sí mismos con una idea negativa. Esto puede conducir a síntomas depresivos y conductas autodestructivas.
- Las relaciones con los demás: suelen estar marcadas por procesos de idealización o devaluación de la otra persona, lo que hace que sientan una unión muy fuerte con alguien, pasando al extremo contrario sin que haya pasado algo que explique de manera consistente ese cambio. A largo plazo, esto provoca dificultad para establecer lazos sanos y equilibrados con los demás, por lo que la persona tiende al aislamiento.
- El estado de ánimo: se presentan muchos altibajos emocionales, irritabilidad, ansiedad, tristeza, soledad, culpa… Estos estados emocionales son intensos y se perciben como muy difíciles de manejar.
La impulsividad se puede ver reflejada en diferentes ámbitos:
- Gastos económicos excesivos, juegos de azar, sexo, abuso de sustancias, atracones de comida o diferentes conductas de riesgo.
- Dificultades para el control de la ira, lo que se manifiesta en explosiones de enfado, conductas violentas…
Existe miedo a la soledad o al abandono, por lo que suelen tener conductas extremas para evitar que alguien se aleje de su lado. También es frecuente un sentimiento persistente de vacío interior, en ocasiones difícil de explicar.
También pueden presentar conductas autolesivas, es decir, se pueden hacer daño a sí mismos, normalmente como búsqueda de alivio ante los estados emocionales tan intensos que sufren. También son comunes pensamientos, amenazas o intentos suicidas.
En ocasiones, ante situaciones de alto estrés, puede dispararse una ideación paranoide transitoria.
Toda esta sintomatología hace que estas personas sean percibidas como impredecibles y explosivas. Tienen actitudes cambiantes y emociones intensas carentes de control. Esto puede generar rechazo en el entorno, ya que las personas cercanas a ellos sienten un estado de alarma constante al considerarse al borde del desastre en cualquier tipo de situación. Precisamente, este rechazo es una de las cosas que más temen, por lo que se genera una especie de “círculo vicioso”.
Estos síntomas generan mucho sufrimiento en la persona y en su entorno, por lo que es recomendable la evaluación e intervención de un profesional.